David Guarnizo
Su trabajo parte de la relación entre el territorio y tres conceptos convergentes: Frontera, límite y línea.
La palabra frontera proviene del latín frons, frontis (frente, parte anterior, fachada) que se refiere a una barrera frontal encontrada al llegar a un territorio. La frontera como concepto sugiere una acción de enfrentar un lugar limítrofe.
El término límite proviene del vocablo latín limes (borde, frontera) que señala una división geográfica o espacial, y también se refiere a una restricción o limitación. La palabra límite nos lleva a pensar en un acto de persistencia en el tiempo con respecto a una línea, que en el caso del territorio la concibo como el horizonte.
Línea, del griego linum/linon, significa “cosa hecha con lino”. Su relación con el lino nos recuerda un oficio que se desarrolla en el tiempo hacia un resultado. La línea como frontera y límite implica la definición de un lugar, y una acción sobre él. El espacio es entonces lo que está comprendido entre fronteras, y es desde una línea espacio-temporal donde el caminante inicia su trayecto por un territorio.
Una de las formas de habitar un territorio se da a través del reconocimiento de sus límites y de una labor realizada sobre sus bordes. La demarcación del espacio dentro del cual queremos ser y estar, o dentro del cual estamos obligados a permanecer, se origina al dibujar una línea sobre el territorio. Esta línea, además de física, puede ser social, étnica, cultural, política, psicológica o mental.
Las líneas que demarcan un territorio son muy parecidas a los menhires que los primeros caminantes erigían para no sucumbir ante la inmensidad e incertidumbre de una tierra nueva. La delimitación de un territorio también se da cuando, mediante una mirada particular, convertimos la tierra en un paisaje.